Estridente, repetitivo y de mal gusto. Así definen los consumidores más jóvenes los efectos de un nuevo estupefaciente hasta ahora desconocido por las autoridades, el ECDL. La de ayer fue una tarde ajetreada en la sede de la SGAE en Madrid. Allí fueron decomisados miles de unidades de ECDL y sus productores arrestados. Y con razón.
Jonathan Vílchez ha sido adicto al ECDL durante los últimos 3 años. Ha perdido parcialmente el habla y ahora tan sólo se comunica esbozando un extraño gesto con las manos que los expertos no terminan de interpretar. Balbucenado, el afectado se dirige a nuestro reportero. "Se trata de una droga juvenil, de fácil acceso. Se consume a través de los oídos y poco a poco va dañando el cerebro hasta que lo deja seco. Bajo los efectos del ECDL uno no es más que una mierda. Mi familia lo pasaba fatal cuando me veían llegar a casa tras una noche en cualquier discoteca de moda" asegura un lobotomizado Jonathan.
Más vale ambición desmedida que paloma parricida, o al menos eso debían de estar pensando los productores de esta inédita sustancia cuando se las ingeniaban para comercializar el ECDL fuera de nuestras fronteras. Jesús Ibáñez, comisario policial en la capital española se dirigía esta mañana a los medios: "Estamos orgullosos de haber abortado una operación que habría acarreado unas consecuencias catastróficas para muchos más jóvenes. Lamentablemente, no hemos podido evitar que El Canto Del Loco haya arruinado el porvenir de toda una generación en España".
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"Digo más veces vete a tomar por culo que gracias"
Luis Aragonés